Octubre 2019, Chile.

La rabia se acumula. Se acumula en el pecho, por debajo de los párpados, en los nudillos.
Se me acumula la rabia y el miedo y no puedo sacarlos saltando, cantando y gritando aunque la garganta arde de ganas de gritar insultos y cánticos.Tengo ganas de tomarme de las manos con un otre, de tirar por la ventana, esta ventana al horror en que se ha convertido mi celular. 

Y todo me habla de lucha, de sangre , de valentía. He intento enfocarme en la revolución, en la evolución, en los cambios, pero veo disparos, veo violencia, veo hombres de verde intentando llevarse todo a su paso, veo hombres con la cara cubierta por poleras y el pecho desnudo, de quién podría ser mi hermano, frente a un escuadrón de salvajes disparando a matar. Yo también camino con la cara completamente cubierta porque el viento frío a este otro lado del mundo me atraviesa el pecho,en esta realidad paralela , sin gritos, sin fuego ni balazos, pero con la misma rabia y el mismo miedo.Y si los míos no vuelven? Y si un balín perdido les perfora los ojos? Si un par de desalmados les rompe el alma a base de vejaciones y golpes? Si no son ellos, si no son aquellos que llamo míos, serán otros. Cuántas muertes más, cuántos desaparecidos más, necesitarán los hambrientos de poder, los ladrones de dignidad para entregarse? Cuántos más para romper el statu quo que encadena la libertad, esa cárcel de vida que intentaron maquillar con la excusa del progreso. 

Busco la esperanza de tiempos de verdad mejores en los ojos de los míos,y no encuentro nadie cerca a quien tomarle la mano y gritar con fuerza que esta vez sí venceremos. Busco esos ojos en la misma pantalla que me trae horror todo el tiempo y al menos ahí en ese ínfimo instante del día en que mis dos realidades se juntan, la esperanza se conjuga mejor que el horror de la pérdida. 

Hace tres semanas vivo dividida en dos realidades, con la rabia y la revolución anidándose en mi garganta, quiero saltar, quiero gritar, quiero abrazar a los míos y en este pedacito callado y gris del mundo, dónde los humanos escasean,mis dedos son los únicos capaces de gritar obsesivamente por libertad, la libertad que conocí gracias al privilegio y que en un intento de preservarla y hacerla mía siempre, tuve que renunciar al cotidiano de los tecitos compartidos, de la risa de mi sobrino, del olor del pelo de mi madre y mis amigas, de un septiembre lleno de flores y de la posibilidad de conjugar siempre bien los verbos.

Es por esa libertad que hay personas siendo asesinadas, desaparecidas, perdiendo la vista o maltratadas, es por esa libertad que muchos tiemblan de miedo y por la que muchos hacen sus propias renuncias con el sueño de un futuro en que otros sí la tengan. Es por la lucha de esa libertad que mis pies y mis manos desean golpear ollas y correr por la alameda, mascar limones y dormirme acompañada de mis amigas, pero mi realidad es la lluvia que golpea mi ventana mientras mis dedos hacen sonar el teclado, en el silencio abismante de esta ciudad sin fuego. 

Que se queme todo, que se quemen los miedos, que caiga el sistema, que el feminismo lo tome todo,que en el caos se regocijen aquellos que por años fueron callados. Que la libertad, deje ser el futuro en donde caben todas las promesas, y sea si el presente en donde se conjugan todas las realidades

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